OPINIÓN.
Los filósofos cínicos consideraban la cultura como un síntoma de corrupción y decadencia. Hoy en día el significado de cinismo ha derivado hacia “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”. Los cínicos (tomemos en cuenta la actual acepción) que manejan a su antojo nuestro país han debido beber de la escuela cínica por el odio que le tienen a la cultura, a la que han intentado aniquilar a toda costa en estos tres eternos años de régimen. Curioso juego de palabras y de significados. Y por seguir jugando con las palabras, curioso también que el nombre de su partido político (“Popular”) signifique justo lo contrario a lo que ellos son: “Perteneciente o relativo al pueblo”.
Me quedo con la palabra “popular” y la uno a “cultura”: cultura popular. ¿A que ahora sí? Ahora podemos leer más relajados y sin que la sangre se nos suba a la cabeza. Esto es de lo que siempre hemos disfrutado en nuestro barrio, en Vallecas: de la cultura hecha por y para nosotros, del atrevimiento de acercar hasta el último vecino la pintura, la danza, el teatro, la poesía, la música; por medio de las asociaciones de vecinos, de agrupaciones culturales; gracias a los trabajadores de los centros culturales, de las bibliotecas públicas, de los centros educativos; sin pretender otra recompensa que el reconocimiento, y con unos presupuestos públicos que en la mayoría de los casos no existen o son exiguos. Desde mi parcela, como escritor, me conmueve ver cómo la poesía (esa moribunda siempre viva) recorre los centros culturales, los institutos y los centros de mayores de la mano de grupos como PoeKas, que mientras acercan la cultura, se llevan en su memoria caras de felicidad o descubrimiento.
Combatir el cinismo: Este año hemos vuelto a convocar desde Vallecas Todo Cultura, aprovechando la celebración de una nueva edición de Vallecas Calle del Libro (y gracias a la colaboración de Bartleby editores, Librería Muga y PoeKas), el Certamen de Microcuentos Vallecas Calle del Libro. Solo es necesario un ordenador y dejarse llevar, pensar una historia pequeña, mínima, de amor, social, fantástica, que contenga entre las doscientas palabras que construyen el cuento, una: “barrio”. ¿Por qué esta palabra? Porque desde nuestro barrio podemos plantar cara al cinismo; porque la mejor manera de luchar contra este cinismo es abrir la mente y compartir. En Vallecas somos muchos los que aportamos un granito de arena para que ese mar soñado por nosotros (que en este caso es un mar cultural) exista, sea una realidad. Que un chaval del instituto, una jubilada, una chica que se llama Alicia y está esperando su primer trabajo, un empleado que aprovecha sus horas libres para escribir o una poeta busquen esa historia que moldear en un microcuento, simboliza que se están enfrentando al cinismo, con el significado actual. Jugando…
Juegos
La primera vez sentí ansiedad. No paraba de moverse el cajón, como si quisiera abrirse. Duró cuatro o cinco minutos. La noche siguiente ocurrió lo mismo; en cuanto lo guardé. Esperé unos instantes, y lo saqué para dejarlo encima de la mesilla. Tuve que hacerle hueco entre la lamparita, el vaso de agua y los pañuelos de papel. Se tranquilizó.
En una semana no volvió a suceder nada raro. Ayer, al quitarme las gafas, noté que se ponía nervioso; pensé que igual quería que lo metiese entre las sábanas, conmigo. Me dio lástima, pero no lo creí conveniente. Hasta que nos dormimos, no dejaron de susurrarme sus tapas.
Esta noche huele a un perfume distinto, más sensual. Incluso me parece que ha dejado escapar de entre sus páginas, por un instante, el bajo de un picardías de seda de color negro.
Sigamos escribiendo, sigamos pintando, sigamos cantando o tocando un instrumento musical. Y sigamos disfrutando en las calles y en los lugares públicos de nuestro barrio de lo que otros nos ofrecen. Los filósofos cínicos no conocieron Vallecas, no hubiesen pensado lo mismo sobre la cultura de haber vivido en nuestro tiempo y en nuestro barrio.
Luis Miguel Morales