Por Pedro Lorenzo
Una obra mayor en la sala pequeña del Español narra una parte esencial de la reciente historia de España a través de un personaje real, poco conocido y con una fuerza y decisión inusitadas.
Carmen Díez de Rivera fue Jefa del Gabinete de la Presidencia del Gobierno con Adolfo Suárez y ejerció una influencia decisiva en algunos hechos que trasformaron esa sociedad autoritaria y rancia en una más abierta y democrática. Ella, a pesar de haberse criado en una familia aristocrática, lo que le permitió hablar cuatro idiomas y tener una vasta cultura, luchó por la justicia y la igualdad de manera casi obsesiva.
Recoge unos momentos muy convulsos y trágicos de la reciente historia de España desde julio de 1976 a mediados de 1977, como fue su propia vida. Los hitos que pone en pie esta magnífica e interesante función son: su empeño por la legalización del Partido Comunista, su lucha por la igualdad, la ecología y el feminismo contra una sociedad machista y a través de esa narración, que recuerda el asesinato de los abogados de Atocha y su pugna vehemente con su jefe por estos asuntos y su visión aperturista al respecto, va haciendo el correlato de su propia vida, marcada por una tragedia familiar que le dejaría huella …
Hasta aquí la larga sinopsis, que entiendo no desvela mucho, pero sí que sirva de homenaje a un personaje femenino trascendente y opacado.
La obra tiene una puesta en escena ágil y con mucha fuerza, aparte de Mónica López (Carmen) que está soberbia y muy convincente, parecería su alter ego, tenemos al personaje de Suárez (Oriol Tarrascón), que tiene que dar la réplica contundentemente, sino esta mujer se lo come. Muy en su papel y acertado. Su madre, la Marquesa consorte de Llanzol (Ana Fernández), muy digna y distinguida que también acierta con su puesta en escena. Y el otro personaje, muy campechano y conocido, interpretado por Víctor Massán, que no se deja en su interpretación ni la dicción del original.
Es tan rico el texto que creo que sería importante que lo viesen los jóvenes para conocer otros tiempos pretéritos que a veces parecen no han sido superados. Tiene tintes de novela histórica, tragedia, humor y también de thriller. Es un compendio de todo esto muy bien
representado y que se puede ver en más de una ocasión.
‘La musa de la transición’, como denominó Umbral, una mujer de armas tomar que sirve como excusa, también para poner en pie una obra redonda de texto, con contenido y emoción. Un despacho y la escenografía sirven para despachar historia y mala leche con despecho y verdad. Muy recomendable.