Vallecas VA publica la segunda y última entrega del nacimiento y la evolución a lo largo del tiempo de esta zona importante del distrito de Puente de Vallecas. En la misma se habla de la creación de las primeras escuelas públicas, de la llegada de la Guerra Civil, de la posguerra, de la oleada migratoria de los años 50 y 60, de la construcción del mercado y de otros hitos hasta llegar al momento actual.
Por José M. Moreno-Aurioles, Asoc. Vecinal Doña Carlota Numancia
Anunciábamos en la primera de las entregas la existencia de un plano de 1900. Pues bien, en este plano aparecen representados distintos elementos que nos hablan de la importancia que va adquiriendo el barrio. Una alcaldía de barrio, la ermita del Dulce Nombre de María y una escuela mixta, además de que ya está claramente definida la carretera que comunica al barrio con el Puente (y de ahí con Madrid): la actual Avenida de Peña Prieta.
La cuestión de la escuela mixta es más importante de lo que parece. Una reivindicación que desde el principio hubo en todo el Puente de Vallecas fue la creación de escuelas públicas en las que los chavales pudiesen labrarse un futuro mejor. La villa, origen y centro de la vida política del municipio, parece que en un principio siguió dando preferencia a la construcción de escuelas en el núcleo histórico, pese al menos nivel poblacional. Sin embargo, en este mapa vemos que cerca de 25 años después de la fundación de doña Carlota hay ya una escuela.
Buceando encontramos que esa escuela, además, nació un poquito antes. O al menos se otorgó plaza a un profesor para la misma ya en 1898. Y lo más interesante de esto es que ese profesor era Dolores Aguilera y del Río. A alguno le sonará este nombre porque hubo, hasta hace no mucho, un colegio público llamado así. Este colegio ocupaba el edificio de la calle Montseny, 24, hoy adscrito al Colegio Asunción. Incluso, puede ser que a alguno le suene por un Colegio Nacional que había en la calle de Sierra Toledana, 10. Llama la atención, además, que pese a nacer como escuela mixta, ya en 1904 Dolores Aguilera dijo que no se aceptarían más niños y la escuela pasó a ser exclusivamente de niñas. Así permanecería al menos hasta el final del franquismo.
El caso es que la educación ocupó un lugar preferencial en las peticiones de los vecinos, e incluso para cubrir las necesidades que no podía cubrir la escuela pública, se organizaron escuelas al margen del Estado. Así, el Doctor Lozano (que pese a todo vivía en la calle Amaniel) empezó organizando desde la Benéfica Carloteña una serie de concursos premiados para los profesores de las escuelas particulares del Puente de Vallecas. Pero, y esto es lo que más llama la atención, todos tenían claro que no sólo debían de recibir educación los niños. La educación debía de ser integral y afectar también a los adultos. Así pues, en 1928 se creó una Biblioteca Circulante, a la que como hoy en día ocurre con la biblioteca del mercado de doña Carlota, podía acudir cualquier vecino.
Los efectos de la Guerra Civil
Y andando el tiempo llegamos a la Guerra Civil. Como todos sabemos, el Puente de Vallecas fue uno de los entornos más afectados. Realmente, más por el hecho de estar en el frente de la Batalla del Jarama que por ser un barrio obrero. Pero, al margen de ello, el caso es que la destrucción es amplia. De entre sus partes, doña Carlota es quizás uno de los barrios menos afectados, por encontrarse más alejado del frente. Más adelante se sufriría la represión de la posguerra, en la que por motivos evidentes todo el Puente de Vallecas se vio afectado.
Y no es únicamente que el barrio sufra la represión, sino que la nueva oleada migratoria de los años 50 y 60 va aparejada con una devaluación de todo el Puente de Vallecas. La imagen de nuestro distrito se ve negativamente afectada y empieza a ser considerada una zona de “chabolas” y gente pobre, de mal vivir (se llega a acumular cerca del 50% de las chabolas de todo Madrid). Nuevamente doña Carlota es quizás de las zonas menos afectadas, contando, según la asociación de vecinos existente en 1980, con cerca de 60 chabolas “nada más”. De esta situación se derivó la creación de colonias específicas.
“Una reivindicación fue la creación de escuelas públicas en las que los chavales pudiesen labrarse un futuro mejor”
Especial y positivo recuerdo hay que dedicar en este sentido al párroco Luis Medina, creador de un dispensario médico en funcionamiento desde 1943 a 1947, y al padre Ignacio, párroco del barrio en los 50, que hizo repartos de alimentos para niños y ancianos. Ayudó, así, a paliar las necesidades del barrio. Al mismo tiempo que otras congregaciones religiosas ayudaban también a la educación del barrio con el establecimiento de la Ciudad de los Muchachos (1947, por el propio Luis Medina), Tajamar (1958) o La Asunción (1960), que cubren los huecos dejados por el raquítico Estado franquista.
De esos años es precisamente la construcción de nuestro mercado (1961), que cubre una de las necesidades más básicas del barrio. También la colonia de Marina (1954), La Irradiación, o la del Dulce Nombre de María.
Y se siguen añadiendo nuevos edificios que van relegando al olvido los edificios históricos del barrio, quedando en pie solo algunos de ellos, de la misma forma que las viejas generaciones del barrio van dando paso a las nuevas. La historia del barrio sigue escribiéndose y todos nosotros somos partícipes de ella.