Por Plataforma Cívica de Apoyo a la Lucha por la Luz de Cañada Real Galiana
Si nadie lo remedia, en breve empezará el frío invernal en la Cañada Real sin suministro eléctrico, por tercer año consecutivo, porque el 2 de octubre de 2019 la empresa Naturgy decidió, con el consentimiento de la Comunidad de Madrid, colocar dos reconectadores en los sectores 5 y 6 con los que se dejaba a todos sus habitantes sin luz.
Empezará un tercer invierno en el que unos medios de comunicación, nacionales e internacionales, darán voz a los vecinos de la Cañada Real y a algunas de las innumerables asociaciones que luchan por sus derechos, e informarán escandalizados por el evitable sufrimiento de una población a la que se ha puesto en una gravísima situación de vulnerabilidad. Pero en el que medios malintencionados seguirán propagando mentiras y mensajes racistas, aporofóbicos y clasistas para engañar y confundir a parte de la población sobre lo que ocurre realmente en Cañada Real y facilitar, así, el despojo de sus pertenencias, el desarraigo de sus habitantes y el triunfo de los intereses de las empresas inmobiliarias que quieren especular con el suelo en el que viven.
Un tercer invierno en el que los defensores de derechos humanos, nacionales e internacionales, volverán condenar públicamente al Gobierno de España, a la Comunidad de Madrid y a los Ayuntamientos de Madrid y Rivas-Vaciamadrid, por el grave incumplimiento de sus obligaciones básicas en la defensa de los derechos humanos de una parte de los ciudadanos a los que dicen representar.
Un tercer invierno en el que la parte más concienciada de la sociedad vivirá con congoja e incredulidad que en su propio país se esté sometiendo a tortura a más de 1.800 niñas y niños y a más de 4.000 personas, sin culpa alguna. Pero en el que también seguirá el desconocimiento de la mayoría social, el desprecio de una parte mal informada y la saña de una pequeña parte malintencionada.
Crisis energética
Un invierno en el que se vivirá como una amenaza real de que haya una posible crisis energética producida por las tácticas extorsionadoras de un dictador como Putin, pero en el que se convivirá con la práctica real de un corte energético producido por las tácticas extorsionadoras consentidas en un Estado social y democrático de Derecho como es el español.
Si nadie lo remedia, empezará un tercer invierno de horror que sería fácil evitar. En realidad, sólo haría falta que cada uno de nosotros se pusiera en la piel de las madres y padres, las niñas y niños de ese barrio de Vallecas que se llama Cañada Real. Una de esas niñas, de 15 años, nos ayudará con la respuesta que nos dio cuando le preguntamos “¿Qué sientes al saber que se aproxima otro invierno sin luz?”: “Antes el invierno era mi estación favorita, pero ahora mismo me da miedo, que vuelvan los casos de incendios por velas o las intoxicaciones, y todos esos casos que afectan nuestro invierno”, señaló.
Una sociedad que permitiese (permite/permita) que ese miedo y la realidad que lo produce se diese (dé) un invierno más no puede ser sino una sociedad enferma. Llevamos dos inviernos permitiéndolo. Ni un invierno más.