Por Luis Carlos Ríos
Barro, muchísimo barro. El olor a humedad que impregna las ropas y brota de los entresijos de los azulejos. Estas sensaciones impregnan la memoria de Rodolfo Serrano (Villamanta, Madrid, 1947) y las calles de ‘Vallecas. Los años de barro’ (Hoy es siempre ediciones, 2022). Unos recuerdos escritos por Serrano, guionista y periodista de larga trayectoria en ‘El País’, y dibujados por Román López-Cabrera (Jacarilla, Alicante, 1988). Este retrato de los inicios de Vallecas es un testimonio que quema en las manos. O debería decirse moja. Porque la mezcla de agua y tierra empapa, mancha y a la vez sirvió como sustrato para una generación lúcida, tanto que fue capaz de dar forma al movimiento reivindicativo más transcendental del Madrid moderno.
La Asociación Vallecas Todo Cultura (calle de La Diligencia, 19) fue el sitio elegido para presentar el libro, de la mano de sus creadores y editores. El hilo que los une es más que editorial. Hoy y siempre ediciones es la productora de libros de Ismael Serrano, afamado cantautor vallecano, hijo de Rodolfo, escritor y periodista. Redondeó el coloquio con su música el pasado 25 de mayo, disparando versos al rojo vivo, cargados de emoción, con guiños al mayo del 68 y a los movimientos de liberación nacional. También estuvo invitada Paquita Sauquillo, abogada y expresidenta del Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, y Juan Barranco, alcalde socialista de Madrid entre 1986 y 1989.
Es precisamente Barranco, veterano político del PSOE, quien cuenta una anécdota reveladora del inicio de Vallecas. En una visita al Padre Llanos, cura obrero de la parroquia, lo encuentra apesadumbrado. Al preguntarle por qué, le comenta que está triste porque una familia ha tenido que convivir con el cadáver de uno de sus miembros durante más de un día. La lluvia convirtió los caminos en barriales y el coche fúnebre no pudo llegar a la casa. Después de la santa unción, solo quedó esperar. Ese era el barrio sobre el que hoy se alzan grandes complejos de apartamentos y centros comerciales. También en el que se notan los ecos de asociacionismo y ayuda mutua, plasmados en iniciativas como Somos Tribu VK.
Una de las asistentes aprovecha también para recordar que, a pesar de la precariedad, se vivía con dignidad gracias a las mujeres. Ellas se encargaban de convertir las chabolas en perennes hogueras con aroma a guiso y darle a los niños y hombres ropa limpia y almidonada. La comida que había se repartía entre todas. El cómic narra la sororidad inmensa que llevaba a acoger niñas embarazadas, expulsadas de sus casas, so pena de maximizar el hacinamiento. En ‘Vallecas. Los años de barro’ también cuentan cómo fue gracias a ellas que se consiguió, de una vez y para siempre, dotar de luz eléctrica al barrio. Tras múltiples idas y venidas, dimes y diretes de las instituciones, la presión de las mujeres encontró respuesta y sobre las calles de tierra brotaron postes con bombillas.
Un legado a preservar
Paquita Sauquillo iba todas las tardes a Vallecas a partir de las siete de la tarde. Su trabajo como abogada era muy necesitado en aquella tierra donde apenas llegaban las instituciones. Entre la distinción entre memoria e historia, ella considera que este cómic encaja perfecto en la segunda categoría. Comprende un legado que vale la pena preservar. También cuenta que se sentía segura a pesar de la oscuridad, que en Vallecas se encontraba “como en mi casa, mejor que en mi casa”.
Las voces de los invitados se alternan con la del escritor, que aprovecha para poner en común sus anécdotas con los asistentes, vallecanos de toda la vida. Rodolfo Serrano asegura que la escritura del guion rondaba su cabeza desde hacía mucho tiempo. Poner en prosa sus memorias fue un trabajo natural, en el que las palabras germinaron en sus dedos por sí solas. Todos coincidían en el excelente trabajo de Román López-Cabrera en el dibujo y el arte para capturar con precisión los rostros, modos y peculiaridades de aquellos seres humanos, que alumbraron un barrio tan poliédrico y a la vez cohesionado.
El editor del libro e hijo del escritor, Ismael Serrano, afirmaba que este cómic representa lo que él llama “la militancia en la memoria”. Aprovechó para citar al poeta austríaco Rilke al decir “mi patria es mi infancia”. En ese sentido, él se inscribe en una generación de cantautores vallecanos en los que se cuenta Paco Ibáñez, Pablo Guerrero y Luis Pastor. Precisamente este último, en ‘Plan Parcial’, habla del barro, “¿Quién ha dado vida al barrio? ¿Quién tantos años vivió sin luz, con barro, sin agua?”. Serrano rescata esta mezcla de agua y tierra y la reivindica como “seña de identidad” de los obreros que iban a trabajar a Madrid cruzando descampados. Al llegar al trabajo o a casa, en sus zapatos, en los ruedos de sus pantalones, barro, muchísimo barro.
Colofón musical
El evento finalizó con un concierto en miniatura de dos canciones: ‘Porque fuimos, seremos’ y ‘Papá, cuéntame otra vez’. De aquel barrio y aquellos tiempos solo quedan algunos recuerdos, una o dos casas que se resisten a ser derribadas. ‘Papá, cuéntame otra vez’ cerró la presentación, como canto cargado de simbolismo. Por una parte, habla del tiempo más efervescente de la Europa del siglo XX, justo en el que se gestó Vallecas. Es además un ejercicio de militancia en la memoria, escrito en 1997, con vocación reivindicativa. Por último, supone un ejercicio elemental de la infancia, escuchar y recrearse en los cuentos del padre. Ismael le estaba cantando a todo un barrio y al hombre que se sentaba dos banquillos más allá.
‘Vallecas. Los años de barro’ está disponible en la tienda de Ismael Serrano, www.ismaelserrano.com/tienda/. También hará su aparición en la Feria del Libro de Madrid de la mano de varias distribuidoras, como Traficantes de Sueños, en la caseta 117; y Tipos Infames, en la número 59.