REDACCIÓN.
No es ningún secreto que últimamente el estado de las calles de Madrid, en lo relativo a limpieza, está dando bastante que hablar. Este mes hemos recibido en nuestra redacción un texto de un trabajador de la limpieza municipal que nos ha parecido de sumo interés, pues aborda el problema en toda su amplitud y nos ofrece una visión del mismo desde el punto de vista de los profesionales que día a día lidian con él. El autor prefiere preservar su anonimato, por lo que hemos decidido asumir este artículo bajo la firma de “Redacción”.
Soy barrendero en Madrid desde hace más de una década. Empecé a trabajar en los tiempos de bonanza, y por desgracia he sido testigo y víctima de cómo se ha ido deteriorando el servicio de Limpieza Viaria en la capital, cosa que como trabajador me avergüenza.
Todavía con el Gobierno del Partido Popular, los barrenderos fuimos víctimas de la eliminación de las campañas “de la hoja” y de “Navidad” (donde antes se reforzaba el servicio con más trabajadores), y fuimos viendo cómo dejaban de reforzar las vacaciones de verano con compañeros de festivos a los cuales se les ampliaban sus contratos.
También con el PP se puso en marcha un “experimento” de lo que ahora son estos supercontratos integrales, inventados por ellos, y que sobre el papel son muy bonitos y que se suponía (según la ex alcaldesa) que aprovecharían las “sinergias” para hacer de Madrid una ciudad mejor y más limpia, gracias a unos estupendos “indicadores de calidad” que ninguna de las empresas parece cumplir, vista la suciedad que hay en la calle, y que nadie parece velar por que los cumplan.
Con el inicio de estos contratos integrales comenzó nuestra auténtica pesadilla y la de los ciudadanos, ya que las plantillas (que ya estaban mermadas y eran insuficientes para mantener la ciudad limpia) comenzaron a reducirse drásticamente hasta quedar en algo prácticamente simbólico. Hemos sufrido un ERTE y hemos dicho adiós a muchos compañeros con la esperanza de que les fuese bien. Y los que quedamos tenemos que lidiar día a día con las quejas de los vecinos y con la vergüenza de no poder cumplir con el trabajo por el que nos pagan, que es limpiar, y dedicarnos a “lavar la cara” vaciando las papeleras, quitando los “desparramos” que más se ven o “enguarrinando” con un poquito de agua…
Con la llegada del nuevo Gobierno, Ahora Madrid, algunos estuvimos esperanzados y creímos que esta situación podía cambiarse. Se escuchó hablar de municipalización, de “mano dura” con las empresas, y bla, bla, bla… Si bien las empresas se vieron forzadas a retirar los ERTE, y se realizaron limpiezas intensivas en muchas calles, considero que no es suficiente. Todavía siguen mermando las plantillas con despidos, no subrogaciones de personal en excedencia, etc.
En redes sociales son habituales las fotografías enviadas por los vecinos a @Lineamadrid pidiendo soluciones y limpieza (y haciendo un “trabajo” que deberían hacer los inspectores del Ayuntamiento, ésos que deben de ser una especie en extinción, o que no hacen bien su trabajo, o que a pesar de hacerlo no sirve de nada porque las multas que se les pone a las empresas son mínimas teniendo en cuenta cómo está todo); en medios de comunicación se leen noticias con titulares como Récord de quejas por la suciedad de Madrid pese al aumento de barrenderos en verano (leyendo esto no puedo evitar reírme: “aumento de barrenderos”, dicen…)… ¿Cómo no van a aumentar las quejas, si cada día somos menos limpiando? Esto solo tiene un camino: si no se limpia, la suciedad aumenta… Pero a las empresas parece que esto no les preocupa… Les da igual cumplir con el contrato o no… Total, si no hay consecuencias… todo vale.
Soluciones, queremos soluciones, y no que unos echen la culpa a los otros. Todos tienen culpa, unos por poner en marcha estos contratos en estas condiciones, otros por no hacer que se cumplan y escudarse en la “herencia recibida”, y las empresas por hacer impunemente lo que les da la real gana.
Señores… Que haya más inspecciones; que éstas sean “por sorpresa”; que no valga todo; que no se mire si las calles se han mojado, sino si se han limpiado; que los inspectores bajen del coche y disfruten de la impresión que generan los efluvios en su olfato, y multen si no les resulta agradable. Que no se preocupen tanto de si el barrendero lleva visible el número de reo o si el pantalón lleva el color amarillo donde debe, y se preocupen más del trabajo que se hace y cómo se hace, así como del que no se hace.