Escribe: Antonio Luquero
Un club de fútbol no es nada sin su pasado. El Rayo tiene el suyo, y en él no sólo merecen la gloria quienes lograron subir por primera vez a la máxima División de nuestro fútbol, o aquellos que consiguieron la tan ansiada participación en la Copa de la UEFA. Antes que estos, cuya memoria tenemos reciente, hubo otros jugadores que lograron otros hitos no menos importantes. Manuel Peñalva fue uno de ellos, uno de aquellos jugadores que un día pudieron vivir con orgullo en primera persona cómo su Rayo lograba, al fin, la increíble gesta de subir a Segunda División.
Con Peñalva hablamos en su casa, y al torbellino que puede suponer que un periodista intente destripar tu vida a velocidad de vértigo, se une el jaleo de fotos y recuerdos. Pero no hay problema, Peñalva rejuvenece, se emociona, le gusta hablar de su pasado y de su amor por el Rayo. Verdaderamente tú no naces en Vallecas, sino que lo haces más allá de lo que en tus tiempos se conocía como “La Frontera”, es decir, pasado el Arroyo Abroñigal. Sí, mi familia vivía en Ciudad de Barcelona, en Pacífico, mi padre tenía una tienda de cereales y vendíamos a las vaquerías de Vallecas. Había más de cuarenta, una de ellas tenía más de cien vacas, en el mismo Puente.
¿Cuál fue tu primer equipo?
Con 10 ó 12 años estuve en el Cerro de la Plata, y a continuación hasta los 16 alternaba el Rayo con el colegio.
¿Cuándo empiezas a conocer que había un equipo llamado Rayo Vallecano?
Desde siempre, desde pequeñito. Porque el padre de la que luego fue mi mujer pertenecía a la directiva del Rayo Vallecano.
¿Cómo era el viejo campo de El Rodival donde jugaba el Rayo en los años ´50?
A El Rodival se entraba por Puerto Alto. Tenía un desnivel, por lo que había que subir de 10 ó 12 escalones hasta llegar al terreno de juego. Con unos vestuarios que por aquella época pues figúrate, las duchas eran de agua fría, ¡había que jugársela! Era un terreno de tierra, estaba vallado. En la temporada que luchamos por el primer ascenso iba mucha gente, puedes decir que habría 2.000 ó 3.000 personas, que se llenaba el campo porque no tenía más que tres o cuatro gradas y poco más.
En el Rayo ¿cuándo empiezas a jugar?
Empecé de juvenil con 15 años. Al año siguiente lo quitaron y jugué un año en la Peña Vallecana, aunque seguía perteneciendo al Rayo. Ya con 18 años debuté en el primer equipo, en la temporada 53/54. Estuve jugando hasta los 28 años.
¿Cómo eran los viajes entonces, cuál era el más lejano que hacíais?
Jugábamos no sólo por Castilla. A veces teníamos que ir a jugar a Extremadura. Cogíamos el tren en la Estación de Las Delicias, billete de tercera, porque estábamos en Tercera, el sábado a eso de las 7 de la tarde y a las 11 de la mañana siguiente jugábamos en Don Benito, o contra el Extremadura, en Badajoz… Toda la noche de viaje y a jugar nada más llegar. Se acababa el partido y otra vez de vuelta a Vallecas.
En la temporada 55/56 el Rayo asciende a Segunda, ¿El Rodival empezaba a quedarse pequeño?
Comenzamos aquella temporada jugando en el Metropolitano, ya que íbamos a pasar a jugar al Estadio de Vallecas pero lo estaban sembrando de hierba, hasta entonces era de tierra. Recuerdo que en partido contra el Sporting de Gijón se calcula que en el Metropolitano llegó a haber 35.000 espectadores. Seguramente fue el partido en el que al Rayo le vieron más personas jugando en casa de toda su historia.
¿Cuáles eran tus mejores cualidades como futbolista?
Jugaba de delantero, y aunque no llevo la cuenta exacta seré seguramente de los futbolistas que más goles ha hecho con la camiseta del Rayo. Tenía mucha calidad, tocaba muy bien la pelota. También jugué de interior y de extremo. Siendo entrenador Heriberto Herrera fui extremo derecha.
¿Y tu peor defecto?
Que no peleaba mucho, ¿sabes?, y el público algunas veces se metía conmigo. Pero el caso es que cuando no jugaba decían que por qué no jugaba.
¿Cuándo te retiras?
Me retiro muy pronto, con 28 años. Se metió el Madrid en Vallecas y sólo querían que hubiera jugadores de ellos.
Por aquél entonces se “estilaban” los partidos homenaje, ¿te dieron a ti el tuyo?
Sí, tuve un partido homenaje contra Las Palmas. Aún guardo el cartel de aquel día, la tribuna valía 15 pesetas. Se recaudaron 70.000 u 80.000 pesetas, y también me dieron un homenaje en los Salones Sol y Aire.
Cuando se termina tu etapa como futbolista ¿inicias de inmediato la de entrenador?
Enseguida hice el primer curso de entrenador de juveniles, luego el regional y el nacional. Empecé a entrenar en el Rayo por propuesta de Olmedo, que era secretario técnico, con el juvenil. Más tarde al Aficionados del Rayo, llegamos a las semifinales con el Bilbao Athletic que entrenaba Iriondo, que después entrenó al Rayo. Después Olmedo se marchó a entrenar al Valladolid, y el presidente Pedro Roiz me dijo que si quería entrenar al primer equipo y acepté.
¿Y cómo fue esa experiencia?
Muy buena, Al año siguiente volví a repetir como entrenador, íbamos muy bien situados, ascendían tres a Primera División. Pero no sé realmente qué pasó, el caso es que un tal Orizaola influyó en nuestro presidente, de tal manera que aunque íbamos los cuartos o los quintos, me rescindieron. Cogió él el equipo y finalmente el Rayo no ascendió.
Entonces empiezas a trabajar con la cantera…
Fui director de las categorías inferiores, secretario técnico del primer equipo… Los niños entrenaban donde está el campo actual con mi nombre, que era de tierra. A veces entrenábamos en Urbis, en el Pozo. Yo he visto a Guardiola, al actual entrenador del Barcelona, venir con el Barça a jugar aquí a El Pozo contra los juveniles nuestros.
Los campos de futbol 7 de la Fundación llevan tu nombre, ¿te sientes reconocido por el club?
Yo estuve en el Rayo desde los 15 a los 28 años como jugador, y hasta los años 90 en todos los puestos, incluso delegado del equipo. Estoy muy agradecido al Rayo y a la familia Ruíz-Mateos que hayan puesto mi nombre a esos campitos.
Cuando vas al Teresa Rivero ¿la gente aún se acuerda de ti?
Si, hay gente que se acuerda de mí todavía. Ya sabes, comentan sobre mi calidad, dicen que pasaba muy bien la pelota…
¿Te preocupa que las ultimas noticias sobre Nueva Rumasa puedan llevar al Rayo al borde de la desaparición?
Creo que los Ruíz-Mateos solucionarán el tema. Confío en ellos y creo que si no pueden seguir con ello, lo dejarán en buenas manos.
Un día histórico
Se cumplen cincuenta y cinco años de un hecho histórico: el Rayo, un pequeño equipo del barrio de Vallecas, lograba su primer ascenso a Segunda División. Peñalva cree que si este acontecimiento no se valora ahora suficientemente, es sobre todo “porque es tan antiguo que en realidad, de la gente que vivió aquél ascenso, vamos quedando pocos”. Un día imborrable en la memoria de quienes lo vivieron: “Recuerdo que aquél día jugamos en el Metropolitano, era el partido de vuelta, el definitivo, con el Gimnástico de Tarragona. Le ganamos 5 a 2 y ascendimos. Recorrimos en una caravana de coches desde el Estadio Metropolitano toda la Castellana, por Cibeles, hasta la Junta Municipal. Aquí nos hicieron una recepción, con De Juana que era por entonces el teniente de alcalde. Todo el mundo hacía sonar las sirenas, las bocinas de los coches. Había mucho ambiente en Vallecas por el ascenso a Segunda”. “Por entonces yo no cobraba nada en el Rayo. Me regalaron 1.000 pesetas y me compré un abrigo Loden en El Corte Inglés. Así es que fíjate: ¡1.000 pesetas! A raíz del ascenso me hicieron un contrato de 30.000 pesetas al año y 3.000 pesetas mensuales. Oye, ya me podía defender con ese dinero”.
Muy personal
Nombre: Manuel Peñalva Usanos
Lugar de nacimiento: Madrid
Fecha: 28 abril 1935
Abonado nº: 70 n Profesión: rayista