Manejo de la conducta autolesiva

Hablar y pedir ayuda para cuidar nuestra salud mental

Es necesario actuar sobre los motivos que provocan el dolor emocional, recordar que las crisis no son permanentes y apostar por la prevención. Fuente: Imagen de Freepik

Por Rubén Chacón-Cabanillas y Teresa Cuartero, especialistas en Salud Mental CSM Vallecas Villa, y Concha Párraga, enfermera CS Campo de la Paloma.

Los adolescentes viven situaciones de malestar, de enfado, ansiedad, tristeza, frustración o desesperanza y, en muchas ocasiones, no se sienten escuchados ni comprendidos. Pueden expresar su sufrimiento, sus emociones intensas, con conductas autolesivas, porque no logran manejarlo de otra manera. No es una llamada de atención, sino una manera de expresar su malestar. Esta conducta autolesiva puede producir alivio inmediato, pero no duradero, y a medio-largo plazo puede generar sentimientos de culpa, vergüenza, miedo, angustia…

Las autolesiones son un problema serio de salud pública en adolescentes y jóvenes. Las causas son múltiples. Entre ellas, se encuentra la competitividad académica, el rechazo de sus iguales, la clase social, precariedad laboral juvenil, dificultad para el acceso a la vivienda o a un trabajo estable y digno, crisis climática, acceso a alimentos saludables o a los servicios de atención a la salud, diferentes tipos de violencias vividas o disfunción familiar…

Es necesario actuar sobre los motivos que provocan el dolor emocional, recordar que las crisis no son permanentes y apostar por la prevención.

Es fundamental pedir ayuda a un profesional. No es tarea fácil, porque aparecen sentimientos de vergüenza, desesperanza o culpabilidad. Pedir ayuda es un paso para buscar una solución. Si no estás preparado para hablarlo en casa o en tu centro escolar, puedes acudir a tu centro de salud, a tu enfermera de familia y comunitaria, médico/pediatra…

Por un lado, conseguir controlar el malestar sin hacerte daño sería una tarea principal. Algunas actividades que pueden ayudarte a manejar esta conducta son: técnicas de relajación, escuchar música y ponerte a bailar, identificar, expresar y controlar las emociones desagradables (sustituir por experiencias sensoriales intensas como darte una ducha con agua fría, apretar un cubito de hielo hasta que se derrita, hacer ejercicio físico intenso, o romper papeles en trozos tan pequeños como necesites). Otras alternativas son: escribir, dibujar o hablar sobre tus emociones, desconectar de las redes sociales y realizar actividades de tu agrado, buscar una red de apoyo como amigas, tu pareja, hermano, terapeuta, enfermera, etc. Haz un esquema con las que te sean más útiles en tu caso particular.

Por otro lado, mantenerse activo y ocupado es de ayuda para todos. Desarrolla una rutina con un horario para las comidas y planifica las horas de sueño, practica ejercicio físico regularmente, dedica tiempo a actividades culturales, artísticas, de ocio, etc. Poco a poco, podrás recuperar la capacidad de disfrutar de tu tiempo libre. Otras opciones son cuidar a tu mascota y a tus relaciones sociales, evitar el consumo de alcohol o drogas, buscar algún voluntariado. Te ayudarán a sentirte más útil.

Plan de seguridad

En ocasiones, puede ser necesario establecer un plan de seguridad ante pensamientos autolesivos o de suicidio. Identifica tus señales de alarma de malestar (pensamientos, cosas que dices o haces, o que dejas de hacer), escribe cuáles son las personas con las que puedes contactar, sus teléfonos, habla con ellos antes de que la angustia te bloquee, piensa y realiza cosas que te ayuden, y elabora un listado de atención 24 horas, por si lo anterior falla. Existen líneas telefónicas gratuitas como el 024 (prevención del suicidio, anónima y confidencial), el 116 111 (de ayuda a niños y adolescentes) o el 112 (emergencias). También, apps para adolescentes y de apoyo a familiares como Prevensuic o páginas web como la del Grupo de Estudio y Tratamiento de la Autolesión (GRETA). Además, las familias y amigos deben adoptar una actitud de escucha, diálogo, comprensión y apoyo, sin juzgar, presionar, ni enfadarse.

Te animamos a hablar con otros cuando surja el impulso de la conducta autolesiva, a que expreses tus sentimientos y busques un espacio seguro donde sentirte escuchado. Tu enfermera te acompaña y escucha para identificar los problemas que pueden generar esta conducta autolesiva, tus sentimientos, y valorar contigo cómo intervenir.

Las enfermeras reclamamos que se adopten políticas de acción sobre los determinantes sociales de la salud, sobre las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, estudian, trabajan y envejecen, y así mejorar la calidad de vida.

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