Por Asociación Vecinal Doña Carlota-Numancia
Dos kilos de reinetas; medio de boquerones, que te los limpie; un pollo que no sea muy grande, en trocitos; seis chuletas de aguja; una novela de Stephen King, de bolsillo si puede ser, para el metro; cuarto y mitad de jamón de Guijuelo, bien fino… Un momento, algo no encaja. ¿Un libro de terror en la lista de la compra?
El Mercado Municipal de Doña Carlota, en la calle de Doctor Lozano 16, en el barrio de Numancia, ha conocido tiempos mejores, como tantos en Madrid, pero sus puestos continúan ofreciendo productos de calidad y una atención muy cercana y personal. Como todos los mercados, alberga pequeños comercios y también se puede tomar un café y comer algo. Pero ahora, además, ofrece un servicio que acaso envidien mercados más postineros: el préstamo de libros a través de una biblioteca, abierta dentro del mismo mercado.
La biblioteca ocupa un local con paredes de vidrio, una caja de cristal junto a la frutería que permite ver desde fuera las estanterías llenas de color. Abrió en 2018, fruto de muchas horas de trabajo de dos vecinas, Ángela y Pepi, quienes, con la ayuda de otras voluntarias del barrio, reunieron y catalogaron los fondos bibliográficos, donados por personas desinteresadas de diferentes distritos de Madrid. Con el apoyo fundamental de los comerciantes del mercado, que consiguieron las estanterías y el equipamiento, el sueño se hizo realidad.
Voluntarios y voluntarias
A pesar de su pequeño tamaño, está bien surtida de novelas, libros infantiles y juveniles, poesía, teatro, humanidades, obras de consulta, libros prácticos, de cocina… Con la pandemia tuvo que cerrar, pero este año ha vuelto a abrir, gestionada y atendida por las voluntarias y voluntarios de la Asociación Vecinal Doña Carlota-Numancia. De momento el horario no es muy amplio (una hora al día, de lunes a viernes), pero sirve para dar servicio de préstamo a un barrio muy poblado, cuyas bibliotecas de referencia son las de Portazgo y Puente de Vallecas, muy alejadas del barrio de Doña Carlota.
El local, cedido por los comerciantes del mercado, también se usa para reuniones de la asociación de vecinos y otras actividades sociales y culturales: clases de refuerzo a niños que lo necesitan, un club de lectura y otras iniciativas en preparación. En definitiva, una apuesta por dar nueva vida al mercado y contribuir a revitalizar el barrio en estos tiempos de cambios.
Y, de paso, pasar un buen rato leyendo a los clásicos, o alguna novela romántica, ¿por qué no?