Si crees que es estrés, inténtalo

Por Patricia Carlavilla, Concha Párraga y Marisa Garcón, enfermeras de familia CS Campo de la Paloma y Ángela Uriarte

Si alguien nos preguntase qué es el estrés, probablemente nos costaría saber definirlo. Podríamos decir que es una respuesta o una forma de enfrentarse a una amenaza y siempre genera tensión tanto a nivel físico como emocional. Y aunque cueste explicar lo qué es, es posible que todos y todas lo hayamos sentido en alguna ocasión. Cuando esa situación de estrés permanece en el tiempo, es lo que se denomina ansiedad. Cuando estamos ‘estresados’ estamos tristes, abrumados, sin motivación, desenfocados, inquietos, irritables… Son muchos los adjetivos que podemos utilizar para indicar que esa situación se está produciendo. A nivel físico, todo esto se puede traducir en dolor de cabeza, tensión muscular, problemas de sueño, dolor en el pecho, fatiga, molestias de estómago, cambio en el deseo sexual… Pero atención, con esto no quiero decir que cualquier dolor de pecho sea estrés. Todas estas situaciones deben ser comentadas con un médico. Ahora bien, una vez descartada cualquier otra patología, ¿por dónde podemos comenzar a gestionar el estrés? Son muchas las recomendaciones que se pueden dar para trabajar en ello y mejorar la situación. Muchas de ellas pueden parecer imposibles de llevar a cabo, pero solo se trata de intentarlo…Tu enfermera te puede ayudar.

Recomendaciones

Veamos algunas. La primera es saber detectarlo. Si lo identificamos, podremos frenarlo antes de que nuestra salud se vea perjudicada. Conviene alejarse lo máximo posible de la fuente que genera el estrés o, en caso de que no sea posible, aprender a poner límites. También aprender a decir ‘no’.

Dormir entre 7 y 8 horas diarias. Cuanto más descansados estemos, mayor energía podremos invertir en resolver con éxito aquellas situaciones que nos agobian.

Hacer ejercicio de forma regular ayuda a reducir tensiones. Ya hemos comentado en múltiples ocasiones la importancia del deporte y ésta, por supuesto, es una más. Un simple paseo ya puede suponer un gran beneficio. Hacer deporte libera unas hormonas conocidas como ‘las hormonas de la felicidad’. Producen bienestar, relajación y aumentan la autoestima. ¿Es necesario algún motivo más para salir a pasear?

Una alimentación sana y equilibrada es muy importante. Y nuestra dieta mediterránea es la mejor.

Hay que intentar tener mayor confianza en uno mismo y en las propias capacidades para afrontar obstáculos. Y es fundamental adoptar una actitud positiva o, al menos, practicarlo.

No sirve de nada preocuparnos de aquellas cosas que están fuera de nuestro control. Las ideas de los demás, sus acciones y sentimientos, sus creencias, sus palabras, errores… No podemos ni debemos hacernos responsables de cosas que no nos pertenecen.

Hacer cosas que nos relajen. En este caso, el abanico es muy amplio: dibujar, meditar, darnos un baño… lo importante es que nuestra mente se mantenga en calma.

Aprende a integrar nuevas rutinas en tu día a día. Repítelas hasta convertirlas en un hábito.

La enfermería constituye un pilar fundamental en la recuperación o ayuda de este tipo de situaciones. Pedir ayuda a un profesional puede suponer una mejora significativa del problema. Tu enfermera te puede ayudar a enfrentarte a ello, a avanzar en el proceso. Te puede enseñar técnicas para afrontar los miedos y no descuidar el estado emocional. Permitirnos aprendernos ayuda a crecer y a avanzar. Hay que pedir ayuda. Hay que darse tiempo. Es importante decidir el valor que el estrés va a tener sobre tu vida. Debemos escuchar y atender a nuestras emociones, pero dándoles el valor que se merecen.

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