Ramón Vía Fernández: Un héroe Vallecano

El protagonista del artículo, en un dibujo de Julio Estellés publicado en el libro 'Los guerrilleros. Esperanza del pueblo'.
El protagonista del artículo, en un dibujo de Julio Estellés publicado en el libro 'Los guerrilleros. Esperanza del pueblo'.

OPINIÓN.

Hay héroes y heroínas que la historia oficial pretende borrar para que no perdure en nosotros su memoria. La historia de los vencidos se hunde en la oscuridad del tiempo si no vive en nuestro recuerdo. Por ello, la necesidad de recuperar estos nombres es primordial para cimentar nuestra historia en pos de un futuro digno. Ramón Vía Fernández es uno de esos héroes que Vallecas no puede olvidar.

Nació en una familia obrera el 31 de agosto de 1911 en Puente de Vallecas, en la antigua calle de Sol y Ortega nº6 —–actual San Raso—-. Comienza a militar en la Unión General de Trabajadores en 1932, en la sección de cuchilleros de la Sociedad Obrera metalúrgica El Baluarte, que era una de las más importantes de la organización sindical. Se posicionó en el ala izquierda, donde destaca por su capacidad oratoria y dotes de liderazgo. En la Huelga General Revolucionaria de octubre de 1934 —-que en Vallecas tuvo gran seguimiento—- fue detenido y encarcelado bajo acusación de rebelión militar. Cuando se produce el golpe de Estado en julio de 1936 que dio lugar a la Guerra Civil, se afilia al Partido Comunista de España entonces dirigido por José Díaz Ramos. Participa activamente en los asaltos a los cuarteles de Madrid que se habían sumado al golpe militar, rindiéndolos. Lucha en los frentes de Somosierra, Hita (Guadalajara), Villaverde-Vallecas en la 73 brigada mixta, y en 1938 es enviado a Aragón, ascendiendo a comandante.

A finales de marzo de 1939 el fascismo conquista Madrid. Ramón, junto a miles de vencidos, se dirigen al último reducto republicano: el puerto de Alicante. Allí consigue embarcar en el viejo Stanmbrook que va a Orán (Argelia). Una vez allí, los hombres son trasladados a Camp Morand, un gran campo de concentración donde serán explotados en la construcción del ferrocarril transahariano. Ramón pronto destaca entre sus compañeros, convirtiéndose en julio de 1939 en el responsable del PCE en el campo. A finales de 1940 logra fugarse, pero es detenido y enviado a un batallón de trabajadores ubicado en pleno desierto hasta que consigue nuevamente fugarse con éxito en junio de 1941. Rápidamente es enviado a Marsella donde colabora con la Resistencia francesa en la lucha contra el fascismo. Permanece en Francia hasta noviembre de 1942, cuando huye de la Policía del régimen colaboracionista de Vichy. De regreso a Orán es nombrado responsable del aparato de propaganda del PCE que publica el periódico clandestino Lucha Social. Por sus actividades políticas los tribunales de Orán y Argel le condenan a muerte en rebeldía.

En noviembre de 1942 el ejército estadounidense libera la Argelia francesa. Es entonces cuando Ramón tiene más facilidad de movimientos y el PCE le encomienda la organización de un grupo de militantes comunistas capacitados en técnica guerrillera. Ulteriormente se le encomienda la misión de organizar bajo sus órdenes la Agrupación Guerrillera de Málaga. Los objetivos principales de esta empresa eran ampliar el reducido grupo de guerrilleros que existía en la zona, incrementar sus actuaciones, dotarles de una mayor conciencia política y eliminar cualquier tipo de bandolerismo en la zona. A finales de octubre de 1944 Ramón desembarca en la playa de Cerro Gordo de Almuñécar (Granada), encabezando el primer grupo de diez cuadros guerrilleros. Tenían en su poder radios transmisoras, armas y municiones. Tras un corto periodo de tiempo pudo reconstruir la estructura guerrillera. La labor política y educativa de Ramón en la agrupación guerrillera fue formidable, y llegó a editar un periódico en ciclostil: Por la República. Órgano del Ejército Guerrillero de Andalucía.

El 15 de noviembre de 1945 la Policía franquista detiene a Ramón en Málaga debido a la traición de un guerrillero detenido con anterioridad, quién señala a Ramón en una cita que tenían. En la primavera del año siguiente se realiza una fuerte campaña de ámbito nacional e internacional para pedir su liberación. Por esas fechas, Ramón logra sacar de la cárcel un escrito que fue publicado clandestinamente. Se tituló —invocando la popular obra de Émile Zola— ¡Yo acuso a mis verdugos!. En este texto narra las torturas en el interrogatorio en el palacio de la Aduana –sede de la Brigada Político-Social en Málaga—, dirigidas por el inspector Eduardo López Ochoa, que ya poseía un amplio historial represivo. Ramón se mantuvo fuerte en el interrogatorio sin llegar a delatar a los compañeros comprometidos en la lucha contra la dictadura.

El 1 de mayo de 1946 logra fugarse junto con veinticinco presos de la Prisión Provincial de Málaga, gracias a un túnel de más de treinta metros, antes de que llegase la fecha del juicio en el que seguramente le hubiesen condenado a muerte. El 25 de mayo la Guardia Civil y la Policía descubren su escondite. Tras un intenso intercambio de disparos, el vallecano Ramón cae muerto con 34 años.

Javier Fernández Rincón

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