«Escribo para hablar con mis lectores»

Alberto, presentado su última novela en el Festival Celsius de Avilés. /FOTO: José Luis Gonzáles
Alberto, presentado su última novela en el Festival Celsius de Avilés. /FOTO: José Luis Gonzáles

ROBERTO BLANCO TOMÁS.

No es muy difícil presentar a Alberto González en un periódico vallecano. Como él mismo nos recuerda, “compartimos la misma sangre: la del cartel de ‘Metro sí, droga no’; la del Rayo a las 12; la del asociacionismo; la del Hebe y el Excalibur; la de escribir en un barrio en el que lo hizo Lorca”… Su primera novela, El amargo despertar, ya resonó en media España. No serás nadie, recién salida del horno, le marcará el camino los próximos meses.

 

El que avisa no es traidor: nos decías hace tiempo que estabas preparando nueva novela, y ya está en la calle… ¿Qué encontraremos en No serás nadie? ¿Qué hay en la misma línea de El amargo despertar y qué hay totalmente nuevo?

Primero, muchísimas gracias a Vallecas VA por estar siempre al corriente de cualquier cosa que hago. Siempre es un placer estar por aquí. No serás nadie son dos historias entrecruzadas. La principal es una historia de futuro. En ella alguien es capaz de controlar nuestros sueños, de utilizarlos para acelerar nuestra vena consumista. El protagonista, en vez de eso, se transforma, literalmente, en otra persona. Quiero expresar su lucha, su cambio… La secundaria ocurre en el presente y, además, en nuestro barrio. La última bibliotecaria de Madrid tiene que cerrar su modo de vida porque nadie entra. La biblioteca es la nuestra, la de Gerardo Diego, por cierto.

Si me dices de comparar mis dos novelas, podría decirte que ambas se acercan en que el telón de fondo de ambas es una reflexión. En la primera hablaba de la violencia, en ésta de la esclavitud. También las dos comparten el impulso que doy a los personajes principales, siempre muy presentes. La novela son ellos. Por último, su longitud, algo bastante característico en mí. Novedades también hay, claro. Aquí me esforcé en escribir dos historias que se van juntando, aunque transcurren en tiempos históricos diferentes. Es una lucha entre las causas y las consecuencias. Entre que se cierre una biblioteca porque no interesa a nadie y, años después, que nos dé igual que alguien controle lo que soñamos. No solo lo que vivimos, sino también el sueño.

Nuevamente ciencia-ficción… ¿Qué tiene este género, que enamora?

La ciencia-ficción es una excusa, es el género que me permite cumplir mis objetivos. Al empezar una obra siempre pienso en dos cosas: su estructura y su punto de partida. Un hombre que se queda solo en el mundo y otro que se transforma en otra persona, pensando en mis dos novelas. La ciencia-ficción me permite hablar de ello, y reflexionar sobre ello. También soy un lector frecuente de ese género, y supongo que eso también cuenta. Además, al contrario de lo que se cree, gusta a todo el mundo que se atreve a cruzar la frontera.

Pero en este caso hay una parte nada desdeñable de, por así decirlo, “realismo social” en su vertiente crítica…

La novela es realista al cien por cien. En la historia presente es fácil averiguarlo, con la pobre bibliotecaria viendo cómo desaparecen sus sueños. Quiero que nos veamos a nosotros mismos en el momento en que nos damos cuenta de que se empieza a desmoronar nuestro futuro. Pero en la otra parte también ocurre. Lo único que pido al lector es que asimile que ni soñar nos dejan. Lo demás es un reflejo del mundo de hoy. Y es difícil narrar dejando de lado las noticias, el barrio o nuestras familias. Todo bilis.

En tus dos novelas publicadas hasta la fecha asistimos a sucesos inquietantes, de pesadilla: alguien se despierta y está solo en el mundo; alguien se despierta y ha cambiado físicamente de forma radical… ¿Cuánto hay de ficción, cuánto de tus propios miedos o preocupaciones y cuánto de metáfora de nuestra sociedad actual?

Es ficción al 100%, como toda novela. Es verdad al 100%, por tanto. Son mis preocupaciones al 100%, que para eso soy yo el escritor. Es la única manera que tengo de hacerme escuchar. Metáfora es bien poco. Soy crudo, de finales en los que solo dejo esperanza si el lector es capaz de cambiar un poco su vida al haberla leído.

En No serás nadie, una bibliotecaria es expulsada de su trabajo, dejándola en la más absoluta de las miserias… En lo laboral, es el signo de los tiempos… Pero, ¿por qué precisamente una bibliotecaria?

En todo lo que escribo hay bibliotecas. En El amargo despertar el protagonista duerme entre sus libros; en No serás nadie, la protagonista es bibliotecaria. ¿Por qué? Por dos razones. La primera es más personal: me he pasado media vida en ellas. La segunda me permite reflexionar: una biblioteca es un espacio en movimiento, de hondo calado crítico y de exigencia vital. En mi segunda novela cobra más protagonismo, ya que pienso que en el futuro no hará falta ni el arte ni el afecto, y una biblioteca se juntan ambas realidades: la artística y la afectiva.

Para terminar, ¿quieres enviar algún mensaje especial a los lectores de Vallecas VA?
Los mensajes están todos en las novelas. Quiero darles las gracias por leerme siempre en este medio y animarles a la lectura, a las emociones fuertes. Recordarles que el viernes 3 de octubre presentaré

No serás nadie en la FNAC de La Gavia a las siete de la tarde, y que estoy siempre a la espera de sus mensajes. Escribo para hablar con mis lectores. En www.albertoalez.com podréis saber, un poquito más, quién soy yo, y contactar conmigo. Tenemos suerte de ser vallecanos, compañeros.

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